ESPIRITU Y ESENCIA MATÉRICA EN LA ESCULTURA DE VÁZQUEZ CANÓNICO

25.04.2013 00:00

 

        Desde la Filosofía del Arte, podemos concluir que el arte y en particular la escultura son una creación del espíritu que, con efusión, vemos brillar en la reflexiva obra escultórica de Vicente Vázquez Canónico, cuya producción ha alcanzado los laureles de su plenitud a través de un largo proceso de actividad creativa presidida por la sensibilidad y la razón que se aúnan a la maestría del escultor, maestría con la que, Canónico, logra espiritualizar la naturaleza de los materiales que utiliza como soporte de sus creaciones, sean el bronce, mármol, hierro o los polímeros, y que en las formas aladas ideadas se proyectan hasta el infinito y más allá.

        Desde su conciencia telúrica, Canónico, decide el material cuyas propiedades mejor se adaptan a las características de la obra fruto de la inspiración que se enciende sobre el objeto particular destinado a ser expresado en la forma artística, escultórica, forma que ocupa un espacio tridimensional, conforme a la concepción de su madurado estilo impregnado de sus cualidades personales y de pensamiento que con solicitud magistral incorpora a la obra, haciendo de su dominio los dos elementos fundamentales de la escultura, la dimensión espacial y el volumen, en que se resuelven a través de la diversidad de su producción.

        Si decimos que el Arte es una creación del espíritu, éste ha de estar dotado de los elementos eficaces que impelen los valores esenciales del arte escultórico, yuxtapuestos a la visión ciclópea del mundo y sus entes que posee nuestro escultor, y que sólo la naturaleza concede a unos pocos escogidos. Esos elementos son el talento y el genio; pero estas gracias o dones, no son suficientes para el fin, para la consumación de una obra de Arte, en cualquiera de sus manifestaciones, y, en nuestro caso, en la escultura. Esas gracias o virtudes alumbran generosamente las creaciones de Canónico, ya que éstas en su realización se materializan en un proceso de elaboración directa y personal del propio autor que desde el inicio, en la  representación mental de la obra, se ponen de manifiesto a través de sus propios dibujos, en los que se van definiendo las diferentes formas, contornos, espacios que penetran la masa, vacíos que ordenan el ritmo de la figura, la interacción de lo cóncavo y lo convexo, proyecciones que adquieren en algunas de sus esculturas una gran complejidad como en aquellas trazas en las que emplea la forma renacentista denominada “forma serpentinata” o helicoidal, proyectando la escultura  girando sobre sí misma. Y,  definiendo, por último, en este iter creativo, la dimensión y el material a utilizar en la elaboración de la escultura, así como sus acabados y texturas.

        Concluidos los dibujos previos que comprenden el estudio de la idea escultórica concebida, con el suficiente detalle constructivo, en los propios talleres del escultor,  en soledad, ensimismado entre sus máquinas, herramientas y utillajes, inicia, Canónico, la artística labor de fundar su obra, su genuina creación, inflamándola con su virtuosismo, con sus facultades técnicas que ha ido adquiriendo mediante el trabajo y la práctica al estilo de los grandes clásicos de la escultura, sin ninguna mediación que interfiera  entre él y su escultura, sin la concesión o el auxilio de la conocida “externalización”, concepto de la moderna ciencia económica que hoy ha alcanzado, también, por carencias en el oficio de los actuales artistas, lamentablemente, al ámbito del Arte, enturbiando tanto la ejecución material de la figura concebida como el espíritu artístico que engendra su exaltación artística. 

        Podemos aplicar a la escultura de Vicente V. Canónico, la valoración que hacía el escultor Henry Gaudier-Brzeska, cuando afirmaba, en 1914, “que la escultura que más admiraba era la obra de los maestros artesanos, en la que cada centímetro de la superficie había sido labrado, en la que cada martillazo conllevaba un esfuerzo físico e intelectual y en la que no existía ninguna transposición arbitraria de un diseño a un material determinado”. Estos valores son apreciados en el exigente acabado de la obra escultórica de nuestro maestro escultor, en la que vive su talla directa, su cincelado, su  modelado…, esencias signíferas que conserva y defiende, como en su tiempo defendía Miguel Ángel la talla directa del mármol como única forma propia de trabajar la escultura en ese material y Auguste Rodin en la técnica escultórica del modelado.

        La escultura de Vázquez Canónico, luce las bondades artísticas de la reflexión y la experiencia propias del artista que ha alcanzado el nimbo, el crisol de su poética, la cual bebe en las fuentes del clasicismo, de ese mismo clasicismo moldeador de  Rodin en el que se miraron aquellos escultores progresistas de la primeros años del siglo XX, como lo hizo el excepcional Umberto Boccioni, autor del “Manifiesto de la escultura futurista”, publicado en abril de 1912, quien, con Archipenko, inició la creación de vacíos en sus figuras y a integrar el espacio envolvente en las mismas, logrando conferir a su escultura una gran fuerza dinámica.

        La preocupación estética de Boccioni, nos revela la misma labor indagadora que se observa actual en la creación de Canónico, cuyo estudio tiene como fluencia principal la figura humana clásica, y en ambos escultores sustanciada, a título de ejemplo y con sesgo muy distinto, en la escultura griega del período antiguo conocida como la  “Victoria de Samotracia”, que Vázquez Canónico interpreta modernamente con su estilo de formas sensuales y armoniosas, con un ritmo cuyo movimiento, como en algunas de sus otras esculturas, nos evoca una postura, grácil, hermosa, un paso brillante de ballet.

        Se caracteriza la escultura de Canónico, ante todo, por ser una obra reflexiva culminada en unos acabados que, en su diversidad, nos proporciona el dulce placer visual de las formas curvas, de los volúmenes, de las figuras femeninas bellamente  voluptuosas o dulcemente maternales, de las masas y los espacios alados, prevaleciendo en su producción la escultura exenta. La imagen protagonista es la fisonomía de la mujer, evocada manifiestamente en sus últimas obras abstractas, elogio a la bondad de los mármoles.

      La escultura de Vázquez Canónico, muestra la escultura trascendente de la Historia de un siglo de Arte como síntesis de “ismos” que repele cualquier calificación que no sea la del “estilo Canónico”, confirmando la famosa frase francesa: “El estilo es el hombre”, el cual evoluciona desde claras referencias al Arte de un siglo de rupturas con los valores decimonónicos, no sólo estéticos sino, también, ideológicos, pero mostrando lo esencial de la Estética que permanece, ata y fija, tras un largo periplo artístico, toda manifestación artística. Estética que actúa como cedazo inflexible que determina lo que es Arte y lo que es mera chatarrería, Estética que rige como norma definitoria, válida para todo tiempo y lugar, y determina lo que es Arte desde el primitivismo hasta el Arte de nuestros días.

 

SILVINO  LOSA

Crítico de Arte

Silvino Losa, es escritor y ensayista, Licenciado en Derecho, Graduado en Arte, Diplomado por la Escuela Asturiana de  Estudios Hispánicos.