LAS ESCULTURAS DE VAZQUEZ CANÓNICO

25.04.2013 20:41

 

Cuando la escultura moderna prescinde voluntariamente del elemento significante para concentrar su atención en los aspectos estrictamente plásticos, está sentando las bases del protagonismo determinante que en la configuración de la obra ejercerán los aspectos matéricos y morfoespaciales. En adelante, buena parte de la indagación escultórica gira en torno a las diferentes actitudes adoptadas ante la elección y manipulación del soporte matérico y en la interpretación de la relación dialéctica que su volumen establece con el espacio.

 

La producción de Vázquez Canónico no se escapa a esos parámetros comunes de la escultura de nuestro siglo. Pero en su obra, com en la de otras figuras de la plástica contemporánea, el interés por la exploración morfoespacial se sustenta en sensaciones y vivencias que dejan en estado latente, aunque escasamente manifiesto, un “tema” que el escultor reinterpreta con su propio lenguaje. En efecto, del punto de partida en la vida real dan cuenta todas sus obras, como la modelo quitándose la camiseta, el vendimiador o el hombre gol, por sólo citar unos pocos ejemplos. Pero éstos, igual que las restantes piezas ahora expuestas, son producto de la interpretación del tema según un procedimiento formal reduccionista que prescinde del detalle para plantear la carga significante a través del movimiento, la composición y las relaciones morfoespaciales.

 

Éstas se decantan claramente por una opción organicista, en la que la curva aplicada al tratamiento volumétrico da origen a múltiples variantes en la definición de planos alternantes cóncavos y convexos, generadores de un movimiento y un ritmo ondulantes que culminan en la pieza que toma como punto de partida la sinuosidad oscilante de las algas marinas. Y esta es una constante de toda su producción; el interés por las formas orgánicas con la alternativa de plenos y vacíos se aprecia a lo largo de toda su trayectoria, aunque adquiere especial protagonismo en determinadas obras en las que potencia la oposición complementaria cóncavo-convexo, lleno-vacío, volumen-espacio. Esta dualidad es especialmente evidente en la escultura titulada “Búho”, que concibe formada por dos planos fundamentales en los que masa y hueco definen respectivamente anverso y reverso las figuras de un búho joven y un búho viejo.

 

En la definición de sus esculturas la materia desempeña una función primordial. En efecto, aunque el espacio constituya un elemento constante, se origina a partir de la previa eliminación de la materia para formular volúmenes negativos o masas perforadas; el permanente diálogo formal entre ambos convierte su relación en algo indisoluble y obliga a realizar una aproximación simultánea a la hora de afrontar el análisis. Así, al contrario que en los movimientos espacialistas de la plástica contemporánea, en los que el elemento espacial era el que definía el objeto escultórico, sólo referenciado por elmeentos matéricos de carácter liviano en los que la naturaleza, color o texturas carecen de interés, en la producción de Vázquez Canónico, el espacio ha de ser entendido como complemento, aunque lo sea por negación, de la masa, siendo el dinámico desarrollo de ésta en el envolvente marco espacial el que concentra buena parte de las búsquedas de su autor.

 

La importancia concedida al soporte explica el interés del escultor por trabajar todos los materiales. Bronce, mármol y sintéticos dan cuerpo a unos volúmenes que con independencia de la naturaleza, densidad y cromatismo del soporte permanecen inalterables en su tratamiento compositivo y formal. En ellos, las variantes residen fundamentalmente en el cromatismo y las texturas. Junto a piezas de mármol blanco surgen otras veteadas o rojizas en las que se evidencia el interés por el acabado laborioso de superficies pulidas y brillantes que, en ocasiones, destacan por contraste junto a superficies rugosas que sacan a la luz las diferentes opciones texturales que permite la materia.

 

Similar preocupación por las superficies bruñidas demuestran las esculturas de bronce, aunque en las piezas recientes, ahora expuestas al aire libre, se mantiene el metal apenas intervenido tras salir de la fundición. Emparentada con las preocupaciones preciosistas de los acabados del bronce se encuentra la elección de metales nobles, el oro y l a planta, para ejecutar pequeñas piezas que trabaja como joyas, en las que la resultante estética atiende por un igual a los valores formales que a los materiales. En ellas, sin desaparecer el organicismo que caracteriza el conjunto de la producción de este escultor, se acusa cierto recuerdo de recursos sígnicos surrealistas, de considerable protagonismo en las piezas del ajedrez que ahora se muestra.

 

Un capítulo especial en su obra lo ocupan los polímeros, que recogen una parte importante de la indagación matérica emprendida por el escultor. Con ellos se mantiene el organicismo formal, pero se abre un abanico más amplio de posibilidades al cromatismo de las piezas y se refuerzan las relaciones morfoespaciales. En efecto, en los polímeros, a los volúmenes negativos y perforados se suman las masas transparentes que permiten penetrar ópticamente en el núcleo matérico de la escultura.

 

Todas las materias citadas son válidas por un igual para expresar la componente dinámica que subyace en determinadas figuras, como la humana y la del pájaro, que con variantes anecdóticas en las que reside el tema se repiten a lo largo de buena parte de su producción. Así surgen el “Vendimiador”, centrado en la captación del escorzo de la figura, el “Hombre gol”, cuyo movimiento reproduce la acción del futbolista, la “Victoria de Samotracia”, que sugiere un ritmo ondulante de acusado dinamismo, el “Sembrador de ilusiones”, en el que la forma abierta parte del gestualismo de la acción… Aun así, junto a estas obras existen otras empeñadas en la representación alegórica de conceptos más abstractos, como “Clave de sol”, o de retratos de personajes, que pueden afrontarse desde un realismo detallista que busca el verismo visual o interpretarse con un lenguaje sintético más acorde con el estilo de su autor. Los retratos que realiza de “Don Juan de Borbón” resumen bien estas dos opciones, entre las que oscila la producción de Vázquez Canónico dentro de este género escultórico.

 

M. Soledad Álvarez Martínez

Catedrática  de Historia del Arte.

Universidad de Oviedo