PASADO, PRESENTE Y FUTURO INTEGRALES

25.04.2013 20:35

 

Canónico sorprende técnicamente por su polifacetismo siempre dominado. Cuadernos de dibujo con apuntes rápidos, punto de partida imprescindible de todo buen escultor; va de acabados pulidos brillantes a texturas rugosas y patinadas, a veces juega con varias para lograr impresiones visivas táctiles e incluso la significación de la obra. Habría que añadir las vidrieras de polímeros, como las de la Real Basílica de Covadonga, y su maestría en la engorrosa técnica del esmalte, aunque por encima de todo lo suyo entrañable es la escultura.

Desde el punto de vista estético y formal, su producción es también variada. El Realismo es punto de partida, compromiso o ejercicio, homenaje a la tradición, no por lo que tiene de caduca, sino por la juventud que también tuvo un día. Mucha más importancia posee su figurativismo sumamente estilizado y reducido a lo esencial de idea y forma, en piedra pulida o metal brillante. Son figuras casi geométricas, que juegan con el ritmo y la actitud sin perder del todo la referencia mental al natural. Tal es el caso de “Pensador” y de las “Maternidades”

En ocasiones roza la abstracción, aunque no absoluta; llaman la vista líneas esenciales, casi dibujísticas, que al observarlas se dilatan en volúmenes, quietos en la obra, pero que psicológicamente mueven hacia otras líneas donde el proceso vuelve a empezar en sucesión indefinida.

En otras alcanza la abstracción total basada en formulaciones de espacio y de masas, y de movimiento y formas, en que el vacío no es la nada negativa y estéril, sino un importante material escultórico, significativo de la comunicación entre interior y exterior, volumen acotado y volumen infinito.

En Canónico el pasado se ha integrado en el presente y se conmueve con ansias de futuro. Cumple con cuanto la escultura ha creado en sus líneas maestras de antaño y hogaño, sobre todo de nuestro siglo; pero no cae en fáciles esnobismos, hueras pretensiones pseudofilosóficas para sorprender, ni se aferra a los viejos troncos del ayer, maravillosos y dignos de conservar, pero no de copiar.

 

Carlos Cid Priego

Catedrático de Arte de la Universidad de Oviedo